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26 de Enero de 2011: Visita fugaz al Parque Nacional Tierra del Fuego

¡Empezamos a pedalear!Hoy, finalmente, empezamos la ruta en bici. En la posada nos despedimos de Cristina, Silvia y Estanislao y nos hacemos la foto de inicio de nuestra ruta en bici. Nuestra intención es pedalear hasta el Parque Nacional Tierra del Fuego y pasar la noche allí. Por el camino paramos a visitar el tren más austral del mundo. En su día este tren a vapor era usado por los presos del penal de Ushuaia para recolectar leña y materiales de construcción. Hoy es una atracción turística más de la ciudad.

En el parque acaba la carretera RN3 que empieza en Buenos Aires. La carretera termina exactamente en la Bahía Lapataia; Alaska tan sólo queda a 17.848 Km… Tras la foto de rigor, decidimos que las excursiones dentro del parque no valen la pena (comparado con los paisajes que ya hemos disfrutado) y regresamos a Ushuaia para adelantar nuestra salida hacia el Norte un día. El terreno es muy llano, de manera que los 25 Km hasta Ushuaia pasan rápido y ya nos ves de vuelta a la Posada del Michay para volver a pasar la noche. Silvia está en el porche cuando aparecemos y no puede creer lo que ve. Nos amenaza con acompañarnos a Río Grande para asegurarse que de una vez por todas nos vamos de Ushuaia ;-)

El tren más australEl principio del camino

 

 

 

 

 

 

 

 

 

27 de Enero de 2011: Partimos hacia el Norte. De Ushuaia al Lago Fagnano

Pájaro acuáticoHoy es el gran día: salimos de Ushuaia en dirección Norte. Hoy sí. Nuestro principal obstáculo de la etapa es el paso Garibaldi. Aunque la subida es larga, la pendiente es suave, quizás para aliviar los problemas de los vehículos cuando la carretera se hiela en invierno. El tráfico en la RN3 es sorprendentemente bajo, lo cual se agradece. Desde el mirador del paso Garibaldi se ven el Lago Escondido y el Fagnano.

Judit pedaleando en Laguna BombillaComo todavía nos quedan fuerzas, decidimos alargar la jornada y llegar hasta la Laguna Bombilla, en la ribera Sur del Lago Fagnano. Después de unos 20 Km de pista ondulada, la llegada a la laguna es un poco decepcionante. Ya hay varias familias acampadas y el lugar está un poco sucio de cristales, latas y demás domingueradas. La laguna es realmente una bahía, pero las dos barras arenosas casi llegan a cerrar el acceso al Fagnano. Vemos que un camino en malas condiciones bordea la laguna hasta una de las barras y lo exploramos. Al final acampamos en una de las barras, donde gozamos de vistas sobre la laguna a un lado y el lago al otro. Suerte que llevamos provisiones, porque los intentos de pesca son frustrantes.

 

28 de Enero de 2011: Del Lago Fagnano a la panadería La Unión

El día amanece soleado aunque la brisa es helada. El botecito de anchoas que cargamos está a medias y ha perdido algo de aceite. ¿Por qué el aceite siempre se escapa de su recipiente? El bocata de pan con anchoas resulta un poco áspero, pero los tomates pesan demasiado y se espachurran fácilmente. Después de unos ajustes en las alforjas y de coser el velcro roto del triángulo de mi bici, salimos a recuperar la RN3. El trayecto se hace bastante más llevadero que ayer. ¿Serán las anchoas o que aún estamos frescos? De vuelta a la RN3, el recorrido discurre con suaves ondulaciones entre bosques y pastos. Por el camino nos encontramos con una pareja de colombianos que llevan un año en bici desde que salieron de su país. Mañana seguramente llegarán a Ushuaia, pero no paran ahí. Se van en bus a Buenos Aires y desde allí siguen hacia Uruguay y Paraguay.

La llegada a Tolhuin, nuestro destino de hoy, está precedida por una larga subida. Además empieza a llover con intensidad suficiente como para que nos haga parar y ponernos el Gore-Tex. Obviamente, al cabo de un par de minutos para y sale el sol de nuevo; para no sudar demasiado, nos lo quitamos. Este quita y pon parece que va a ser una constante del viaje.

Cèsar en la panadería La UniónNos vamos directos a la panadería La Unión. Todos los ciclistas que nos hemos ido encontrando nos la han recomendado, no sólo por el surtido de dulces y empanadas, sino también por ser el punto de encuentro de todos los que pasan por el pueblo. Allí conocemos a Emilio, un chico que de sopetón nos pregunta si nos vamos a quedar a dormir en Tolhuin. A nuestra respuesta afirmativa nos ofrece una habitación con camas que tiene reservada para ciclistas. Aún estupefactos, le seguimos, entramos a un almacén repleto de harinas y otros productos panaderos y nos enseña la habitación. Resulta que Emilio es el dueño de La Unión. Después de una ducha, nos dirigimos a su establecimiento. Se trata de una mezcla de panadería con mesas para comer, WI-FI y altar fotográfico de personajes importantes de Tolhuin. Las paredes están repletas de fotos de Emilio con personalidades y personajillos argentinos. Hasta hay un aviario del que regularmente se escapan los loros más pequeños. En concreto a uno verde le gusta pasearse por debajo de los mostradores chillando para reprimir a los clientes más gorditos. Toda esta confusión no nos distrae de nuestras intenciones: nos abalanzamos sobre los mostradores y pedimos de todo.

Emilio, Judit y CèsarUna vez satisfechos, nos damos una vuelta por el pueblo. Lo más destacable es una pequeña tienda de ultramarinos llamada Los Tres Gnomos. Ultramarinos, pues todo viene de fuera de la isla, por lo menos en ferry. Allí encontramos una selección suficiente para prepararnos una variada ensalada. Además tienen estanterías repletas de botes con frutos secos, olivas y especies. Un lugar sorprendentemente surtido en comparación al resto de servicios que se pueden encontrar en el pueblo. Por la noche, de vuelta en la panadería, Emilio y Jorge nos aconsejan sobre la ruta que tenemos pensada. Ellos conocen la zona, sobre todo debido a su afición por la pesca. Nos retiramos a nuestra habitación para prepararnos la ensalada. Entramos confiados de que somos los únicos en el lugar, pero para nuestra sorpresa encontramos a alguien durmiendo en su saco. Es Arnau. Otro catalán que viaja en bici, aunque en dirección Sur. Intercambiamos información sobre rutas, consejos y otros datos de manera breve pues él está visiblemente cansado. Una ligera ensalada acompañada por galletitas y queso de cabra nos equilibra el desmesure que sucedió en la panadería.

 

29 de Enero de 2011: De la panadería La Unión al Lago Yehuin

Cèsar pedaleando en la ruta F

El desayuno en la panadería es considerablemente más comedido que la merienda de ayer. Nos despedimos de Emilio y partimos camino de las estancias. Al primer desvío de RN3, giramos a la izquierda para alejarnos de las ciudades y adentrarnos en el terreno rural de los ganaderos. Para que seáis conscientes, cuando vas dirección Norte, girar a la izquierda significa ir hacia el Oeste y esto en Patagonia tiene una importancia crucial, sobre todo si viajas en bicicleta. ¡¡Los vientos predominantes vienen del Oeste!! Efectivamente, sin necesidad de esperar un instante, ahí están soplando. Para quien no ha estado nunca en la zona, resulta difícil describir lo que esto significa, pero aquí, hablar de viento es VIENTO.

Cèsar pedaleando en un bosque de lengaAl cabo de un par de kilómetros vemos el primer grupo de guanacos, una especie descendiente de los camellos que cruzaron por el estrecho de Bering durante la cuarta glaciación. Más adelante veremos muchos más, algunos de ellos saltando con toda facilidad las infinitas alambradas plantadas por los estancieros.

Por si luchar frontalmente contra el viento no fuera suficiente, su ulular constante en los oídos me saca de mis casillas. Como remedio uso la bandana en plan Rambo, pero cubriendo las orejas para, al menos amortiguar la molestia. El paisaje varía entre bosques de lengas, estepas de hierba bailando al son del viento y troncos todavía en pie repletos de líquenes colgando. La pista (ripio para los patagones), ondula suavemente ascendiendo lomas bajas y descendiendo para cruzar ríos y arroyos. Afortunadamente, el estado de la pista es bueno y siempre encontramos alguna rodera libre de piedras.

Nuestro destino de hoy es el Lago Yehuin. Al llegar, encontramos la estancia no sólo abandonada sino casi en ruinas. Sin embargo, lo peor es la cuadrilla de domingueros con la radio del coche a todo volumen. Estamos ya sin agua y demasiado cansados como para seguir así que continuamos por la orilla del lago en busca de un refugio del viento y de la disco-móvil. Nos instalamos cerca de un embarcadero derruido, a pocos metros del agua. Aprovechamos el sol para lavarnos en el lago y hacer la colada. Mientras Judit lee sobre nuestros próximos destinos, yo me entretengo por segundo día en las artes de la pesca de la trucha. Puedo confirmar que no hay truchas en este lago. Después de perder una cucharilla, pescar una rama y hacer varios nudos en el sedal con mi habilidad para lanzar, me resigno a tener que cenar el resto de la ensalada que ayer no nos pudimos acabar. El sol todavía calienta, cuando no se esconde tras las nubes. Preparamos la cena y acabamos de pasar la tarde estupendamente sobre la hierba.

Muelle en el lago YehuinCamping en el lago Yehuin

 

 

 

 

 

 

30 de Enero de 2011: Del Lago Yehuin a la Estancia José Menéndez

Hoy es domingo… Desafortunadamente. Y es que hoy es el día de regreso de los domingueros que han ido a pasar el día o el fin de semana al campo; la mayoría de Río Grande y algunos de Tolhuin. Esto no sería nada negativo si no fuera por el gran número de vehículos que nos adelanta por esta pista de tierra y si no fuera porque ya hemos comprobado que una gran mayoría no tiene inculcado el sentido del respeto a la naturaleza, en especial en lo referente a no ensuciar con papeles, latas o botellones el entorno.

Panorama de la estepa

Lenga con líquenes colgando El paisaje alterna zonas de estepa con bosques. Cualquier zona de bosque está ocupada por domingueros. Por el camino, a 10 kilómetros de la intersección de la ruta F con la RN3 nos encontramos otra pareja de ciclistas en dirección contraria: Fiona y Andy, del sudoeste de Gran Bretaña. Me llama la atención que van sin casco. En otras circunstancias ni lo hubiera notado, pero unos kilómetros atrás, tuve la oportunidad de agradecer llevar el mío puesto, cuando en una bajada de gravilla la bici me empezó a culear, descontrolada por el peso de los paquetes, y acabó en aterrizaje forzoso, con rasguños de poca monta en el codo y la rodilla, y un chin-chin casco-suelo intrascendente. Afortunadamente pude prever la caída (aunque no evitarla), moderar la velocidad del aterrizaje y decidir el costado a sacrificar.

Llegamos a la RN3, y emprendemos una dura lucha contra el viento frontal que dificulta aún más nuestro ascenso por la carretera. Por si fuera poco, es domingo; si, ya lo he dicho, pero es que es domingo alrededor de las 7:00 de la tarde y parece ser la hora de regreso de los domingueros a Río Grande. Los coches nos pasan demasiado cerca, especialmente teniendo en cuenta nuestra dificultad en mantener una trayectoria recta en nuestra lucha contra el viento. Los escasos 5 kilómetros para tomar el desvió a la ruta B se hacen eternos. Menos mal que Cèsar va en cabeza. Una vez en la ruta, el viento es un mal menor (aún sin haber bajado su intensidad). Avistamos la estancia Jose Menéndez, nuestro destino, y una de las más grandes y antiguas del lugar. Entramos para pedir autorización para acampar en la propiedad privada, y el encargado, David, nos ofrece dormir en el galpón. Se agradece. Dormiremos protegidos del viendo. La chapa del galpón golpea al ritmo de las ráfagas de viento pero nosotros estamos a resguardo. David nos ofrece agua y pan. ¡Justo lo que necesitamos! ¡Gracias David!

 

31 de Enero de 2011: De la Estancia José Menéndez al Puesto Laboratorio

Hoy nos despertamos a las 6:00, un par de horas antes que de costumbre. Queremos probar si el viento tiene menos intensidad temprano por la mañana. Pero la verdad es que las chapas del galpón ya se quejan de los azotes del viento hace rato. Parece que la teoría no es válida y como estamos molidos por los 75 Km de ayer, nos quedamos media hora más en el saco. Antes de empezar la jornada, me acerco a la cocina de peones para pedir agua. Entablo una breve conversación con uno de los chicos y me cuenta que hoy es el último día de la temporada de esquila en la estancia. Cuando bordeamos la valla por el exterior del recinto, los vemos reuniendo las últimas ovejas lanudas.

El viento nos ataca desde el primer momento. Hoy vamos casi en perfecta dirección Oeste, exactamente desde donde sopla. Esta zona está más alejada de la cordillera y la única vegetación existente son hierbas bajas, que no nos sirven de abrigo. La posición ideal sería ir agazapado sobre el manillar, pero los brazos no pueden aguantar mucho rato así. Sería como hacer una flexión y parar a media altura indefinidamente. Así que para reducir la superficie expuesta encogemos el cuello, pegamos los codos al tronco y sobretodo vamos en fila de a uno haciendo relevos. Me doy cuenta que llevo el cejo fruncido, en una expresión de testarudez contra el viento, pero seguro que, tarde o temprano, acabo rindiéndome a los constantes envites. Hasta los pájaros se agachan cuando se posan. De hecho, algunos corretean más que vuelan.

Al cabo de poco nos cruzamos con una cuadrilla de chicos a caballo en dirección a la estancia. Más tarde averiguaremos que su misión hoy era repartir las ovejas esquiladas por el inmenso terreno de la estancia. A pesar de llevar la mayoría del tiempo la cabeza baja sin mirar más allá de unos metros, de vez en cuando conviene echar un vistazo más allá. En muchas ocasiones sólo sirve para ver la larga recta por cubrir o la siguiente loma a coronar. Sin embargo, en una de las ocasiones veo una oveja descarriada en medio del camino. A medida que nos acercamos se pone nerviosa y corre de un lado al otro del camino. Supongo que quiere saltar la alambrada y volver a su cautividad tranquilizadora con el resto del rebaño, pero no se atreve a cruzar ninguna de las dos. Cuando nos acercamos aún más, se asusta y huye de nosotros hacia adelante. Durante unos kilómetros parece que la persigamos. Corre alejándose y se detiene para mirar atrás. Se espera y comienza a correr otra vez cuando nos acercamos.

Las paradas son más frecuentes de lo habitual. Hoy ya se ve venir que la velocidad media será considerablemente más baja que otros días. Nos fijamos objetivos a corto plazo para descansar, como un cruce, un puente o la siguiente estancia. Llegamos a la estancia Cauchicol donde 3 peones reparan una valla. Están tomando un mate durante un descanso. Por supuesto nos invitan a sorber de la única pajita que se comparte entre todos. Charlamos de nuestro recorrido y de sus tareas durante un rato. Les pedimos si les sobra algo de pan, pues podemos quedarnos sin, dependiendo de cuántos días no lleve llegar a Cameron (la siguiente localidad en nuestra ruta) teniendo en cuenta el lento avance contra el viento. Nos dan un cuarto de la hogaza de pan casero que se han traído de la cocina de la estancia. Ellos se ponen a trabajar y nosotros aprovechamos para desayunar. Nos colocamos en una especie de garaje a devorar el pan que ayer nos dieron en la estancia Menéndez con una especie de jamón que compramos en Ushuaia, blando, pero que sabe a gloria.

El terreno sigue igual, ni un solo árbol o arbusto donde cobijarse aunque sea temporalmente. La pampa se extiende hasta donde alcanza la vista. Con la cabeza agachada tampoco se ve mucho, la verdad. Sólo las flores y hierbas que crecen en los márgenes del camino. Las pobres se sacuden violentamente ante las ráfagas del viento. Nuestro siguiente punto de reposo es bajo el puente del Río Ona. Es un oasis de silencio y paz comparado con lo está pasando arriba en la carretera.

Panel solarEl sol está radiante y montamos nuestro panel solar flexible para recargar la batería que usamos para cargar el resto de gadgets electrónicos. Lentamente los kilómetros y los cerros van quedando atrás. Los picos nevados de la cordillera se ven muy al fondo, pero un poco más cerca ya. A media distancia se aprecian alguna manchas de bosque y entre ellas la estancia Despedida, nuestro próximo objetivo. A esta estancia la recordaremos positivamente por varios motivos. Está ubicada entre la pampa y el bosque que nos ofrecerá reparo de vez en cuando. Tiene unos caballos preciosos que se nos acercan a curiosear. La verdad es que no sé si alguna vez han visto a una persona con casco, gafas de sol y una bandana cubriendo la nariz y la boca al estilo bandolero. Sin embargo, las mejores razones para recordarla son Eduardo y Vivina. Primero Eduardo nos sale al paso y nos invita a tomar algo caliente en su casa. El ofrecimiento acaba convirtiéndose en un estofado de carne que nos prepara Vivina y que nos sienta de maravilla. Mientras ella lo prepara, nos preguntan sobre nuestro viaje. Los cuatro en la cocina acabamos hablando de temas muy variados en una conversación muy amigable. Les agradecemos mil veces la hospitalidad y nos despedimos para seguir nuestro camino.

Judit y los chanchos de la Estancia AureliaPasamos un par más de estancias y cruzamos un río donde 4 cóndores nos sobrevuelan a baja altura. Queremos llegar hasta el Río Menéndez, pero Eduardo ya nos había advertido del par de cuestas que nos esperaban. Además, desde la cima de la segunda vemos que el bosque desparece por unos kilómetros, así que decidimos acampar a cubierto del último grupo de árboles. La sopa nos va a saber a poco, así que decidimos darle más sabor con unas cuantas hojas del apio silvestre que recogimos ayer. El resultado no es como el estofado, pero mejor que la sopa sola. Cuando el sol se pone, nos refugiamos dentro de la tienda mientras los perros asilvestrados que Eduardo nos contaba aúllan en la lejanía. También podemos oír alguna oveja balar de pavor.

 

1 de Febrero de 2011: Cambio de rumbo – Del Puesto Laboratorio al Lago Deseado

Hoy el viento ruge con menos fuerza, pero bien frío. El primer objetivo es cruzar el paso de fronteras temporalmente habilitado: Radman (Argentina) - Bellavista (Chile). Al poco de iniciar la ruta pasamos por el Puesto Laboratorio; consiste en una casona, que parece deshabitada; el nombre proviene de su objetivo como centro de estudio agro-veterinario para la zona, pero por lo que nos han dicho nunca llego a habilitarse como tal. La siguiente estancia en el camino es San José. Entramos para pedir cobijo del viento mientras tomamos el desayuno, y de paso algo de pan para no ir cortos en la ruta. Al paso nos sale un tractor. Víctor, su conductor, nos indica que Radman está a un kilómetro (que ya lo sabíamos), y que no hay nadie para atendernos en la estancia. Mentira... pero bueno... Llegamos a Radman, tramitamos nuestros pasaportes, y ahora sí, conseguimos un poco de agua caliente y tomamos nuestro desayuno a cubierto dentro de la garita del destacamento. Compartimos nuestro café con los carabineros de fronteras. Cuando ya casi acabamos, vemos un par de ciclistas al otro lado del rio que tenemos que cruzar para llegar al puesto chileno y seguir nuestro camino.

Judit después de cruzar en RadmanJudit cruzando en Radman

 

El río no tiene puente, y ya sabemos que nos tenemos que mojar, y arrastrar las bicis por dentro del río. Los carabineros nos habían indicado que la anchura del río era de 20 metros y su altura llegaría a nuestras partes más sensibles....en realidad, el rio no llega a 10 metros, y justo supera la altura de la rodilla.

La pareja de ciclistas está formada por un español y una kiwi con final de etapa del día en Rio Grande (afortunadamente, ellos llevaran viento de cola). Nos convencen para visitar el Lago Deseado (recomendación que nos vienen haciendo todas las personas que nos vamos encontrando, y que de hecho, es continuación de la ruta Yendegaia-Vicuña, que tuvimos que descartar porque la carretera está todavía en construcción). Nuestras dudas se desvanecen cuando nos ofrecen un paquete de tortillas-burrito, suficientes para suplir nuestras necesidades de pan, por lo menos un día más.

El puesto chileno son 4 o 5 casas alineadas. De la primera, en la cual reza un cartel que indica ser la oficina de información, salen dos niños que nos conducen a un par de casas más adelante, en la que su papá nos sella el pasaporte de entrada en Chile. Ahora sí, ¡ya llegamos a Chile! El terreno es todavía una pista de tierra, pero en mejores condiciones que la Argentina, lo cual nos permite relajar nuestra concentración en el suelo y acelerar nuestro paso. Hay más árboles, no muchos, pero suficientes para ir frenando el viento de vez en cuando. Pasamos una estancia antes de llegar a Pampa Guanaco. En el desvío giramos a la izquierda, dirección al Lago Deseado. El terreno ondula y se adentra en territorio más boscoso, que de vez en cuando se interrumpe para abrirse a una estepa, asociada a una estancia. Llevamos buen ritmo, pero nos quedan 60 kilómetros, a añadir a los 25 que ya llevamos… Los excesos de los últimos días (en largos kilómetros contra viento) empiezan a hacerse notar en la rodilla de Cèsar. Para equilibrar el esfuerzo yo decido tomar parte de su peso y así avanzamos hasta casi el principio del puerto de montaña final, momento en el que mi rodilla empieza también a quejarse y el dolor incrementa con cada movimiento de rotación.

Guanacos vigilándonos

El paisaje es mucho más bonito que el que hemos atravesado hasta el momento: siguen habiendo tramos de estepa, pero en estos tramos podemos discernir incontables manadas de guanacos que curioseando se van acercando a nosotros; también avistamos un grupo de 4 caballos salvajes, entre ellos un potrillo muy joven galopando al lado de su suntuosa mamá.

Judit pedaleando hacia el colladoCuando empezamos a enfilar la subida, nos adentramos en bosques de lenga y zigzagueando llegamos a la cima, desde la cual se avistan varios picos nevados y alguna que otra zona de nieves permanentes. La vista es impresionante, tanto por el contraste del paisaje, como por su imponente belleza. Empezamos el descenso y avistamos el lago, muy abajo, en el valle; nos espera un largo descenso, que acabara siendo gélido. En el valle todavía tenemos que hacer unas cuantas cuestecillas de subida para llegar al lago, y bordearlo para llegar a las cabañas del Lodge Deseado.

Allí encontramos a Don Ricardo, Fermín y Jorge, que de inmediato nos invitan a entrar en la oficina y nos ofrecen café calentito y pan casero con mermelada de higo (¡riquísima!). Nos sienta divinamente. Especialmente a mí, que llegaba congelada de la bajada y desanimada por la lucha constante contra el dolor de la rodilla que parecía irse agudizando con cada metro. Estamos muy agradecidos con la gran muestra de hospitalidad. Pasamos unas horas de conversación y decidimos ir a montar a tienda a las 9:00 en la zona en la que nos han autorizado. Después de montarla y asearnos un poco, regresamos a preparar nuestra cena en la cabaña de Fermín, el cocinero.

Hemos decidido quedarnos por lo menos un día, a ver si el dolor de la rodilla mejora antes de emprender el camino de regreso, que se inicia con la subida que recién bajamos. El lugar es precioso; un lago rodeado de altas montañas pobladas de bosque de lenga y coigüe, con tan sólo 6 cabañas que forman parte del Lodge Deseado. Las cabañas son exquisitas; de madera de lenga y grandes ventanales, situadas a la orilla del lago. Son muy acogedoras, combinando el encanto de la madera y el fuego de leña, con las modernidades de una calefacción central y baños de diseño. Si no tuviéramos limitación de presupuesto, hubiera sido un placer pasar la noche en una de ellas… en otra ocasión. De momento, pasamos la noche en nuestra tienda, también a la orilla y con preciosas vistas al lago.

 

2 de Febrero de 2011: Un merecido descanso en el Lago Deseado

¡Hoy nos quedamos en el lago! Amanece radiante, pero se cubre y enfría al poco…para después coger fuerzas y acabar en un día soleado, ideal para nuestro merecido día de descanso. La rodilla todavía se queja, y me temo que es un inicio de tendinitis por el sobre-esfuerzo acumulado… Mejor descansar y no pedalear en unos días.

Lago DeseadoNos han comentado que Don Ricardo y Andrea, su mujer, tienen pensado volver mañana a Punta Arenas. Sería perfecto poder aprovechar el viaje para que nos llevaran en su auto; eso ayudaría a la recuperación de la rodilla. Obviamente, preferiríamos seguir con nuestros planes de ruta en bicicleta… pero dadas las circunstancias no parece sensato. Tras desayunar en nuestra tienda, nos dirigimos hacia la cabaña de Fermín, para saludar y charlar un rato. Tomamos un café, y vamos a buscar a Ricardo para ver si nuestros planes pueden cuajar. ¡Sí! ¡Qué bien! Aceptan llevarnos. El único desconcierto es que no saben si saldrán mañana o al día siguiente, depende de cuando decidan irse los clientes. A nosotros nos va bien quedarnos otro día, especialmente si amanece tan soleado como el de hoy.

Catarata en el lago DeseadoDecidimos hacer una excursión a la cascada que se ve correr por la ladera, por lo menos durante 100 metros, si no más, justo enfrente del lodge. Nicolás nos recomienda subir por el lado derecho (izquierdo del curso del río). El camino aparece trazado en su inicio pero se enmaraña con árboles caídos y trazos desmarcados a medida que avanzamos. Finalmente llegamos a la base de la cascada. Hay una poza, pero no apetece bañarse porque queda a la sombra y hace frío.

Presa de castores

Bajamos hasta una zona más llana en la que unos castores han tomado morada. Las construcciones de los diques y otros canales son espectaculares. Lástima que nadie haya conseguido entrenar a estos animales para otras obras menos invasoras del entorno, porque el paisaje que dejan a su paso es bastante desolador (árboles caídos tras ser roídos, otros que ya se han secado, y otros que se pudren en el lago formado por el dique). Los locales no les tienen gran aprecio, y no me extraña. Entretenidos observando las construcciones no nos damos cuenta de que un zorro rojo nos vigila. Cuando le parece que somos de fiar (parece que la cámara no le asusta), decide volver a su labor. ¡Y cuál es nuestra sorpresa al descubrir que el zorro estaba ocupado desgarrando pedazos de un castor muerto, atrapado entre troncos! El castor parece más grande que el zorro (a juzgar por el tamaño de la cola y sus patas traseras palmípedas y con largas uñas). Aun cuando el zorro hace intentos desesperados por extraer al castor de su trampa, no lo consigue… parece demasiado pesado; así que va desgarrando pedazos de carne, hasta que se harta (del esfuerzo, o de nuestra cercana compañía) y abandona la castorera y su manjar.

Cola de castorZorro rojo comiendose un castor

 

 

 

 

 

 

Tras disfrutar, macabramente, del espectáculo con vistas de primera fila (a unos 10 metros), reemprendemos la bajada por el lado derecho del curso del rio. Desde aquí tenemos excelentes vistas de la cascada, y el camino resulta más seco y menos enmarañado (tras superar unos primeros troncos). Al regreso, Cèsar y Fermín, van a pescar al lado opuesto del lago. Yo me quedo leyendo en la tienda, resguardada del frío que ya empieza a calar.

Primera truchaLa verdad es que tengo poca esperanza en poder cenar trucha… ¡Pero sí! Cèsar consigue pescar su primera trucha (la peleona plateada) con la caña telescópica que compramos en Ushuaia :) Fermín se la lleva a la cabaña. Nuestra intención es repartir la trucha entre los que cenen allí esa noche, pero cuando llegamos, ya nos encontramos la trucha limpia, al horno, y casi lista para comer acompañada de arroz blanco…y todos menos nosotros ya han cenado ¡Qué amabilidad la de Fermín! ¡Muchas gracias!

 

 

 

 

 

3 de Febrero de 2011: Otro día en el Lago Deseado

Vista desde la tiendaEl regreso de Ricardo, Andrea y Rodrigo a Punta Arenas se ha retrasado un día debido a que los clientes han decidido aprovechar el buen tiempo y quedarse en las cabañas un día más. Por lo tanto, hoy también nos quedaremos en el lago. Amanece con aire frío, sol tímido, pero cielo despejado. Dentro de un rato, si para el viento, será nuestra oportunidad para bañarnos en el lago (nuestra última ducha fue hace ya cuatro días). El agua esta helada, pero la sensación de súbito calor que recorre tu cuerpo en cuanto sales del agua compensa el mal trago de empezar a mojarse. Aprovechamos que el viento afloja para armarnos de valor y entrar en el agua; por supuesto, una vez dentro, las nubes se burlan de nosotros ocultando el sol a intervalos. ¡Limpios! Que gusto…Y el sol sigue radiando.

Segunda truchaDecidimos ir a pescar; bueno, Cèsar pescará, yo lo acompañaré mientras me distraigo leyendo o escribiendo alguna cosa (pescar requiere un grado de paciencia que supera mis capacidades). Si hay suerte, tendremos trucha para comer, si no… bueno, pan con pan. Se nos están acabando las provisiones ya que nuestros planes no era quedarnos en este bello paraje por tanto tiempo. ¡Ui! ¡Sí! Parece que pican…no, un palo, ¿Y ahora? Pues tampoco, un hierbajo, ¡Ahora sí! Pues no, ¡¿una caña de pescar?! ¿Qué probabilidades hay de pescar una caña de pescar en la inmensidad del lago? En fin…vuelven a picar… ¿que será ahora? Pues parece que sí, sí, sí…una trucha arcoíris, mucho más mansa que la trucha plateada de ayer, y algo más grande. Ya tenemos solucionada la comida: con nuestra paella y aceite, freímos los filetes de trucha. ¡Esta riquísima! ¡Acabada de pescar y a la sartén! No sé si a partir de ahora me podrá gustar cualquier pescado comprado en el mercado… A la orilla del lago, con un sol radiante, y un viento travieso, disfrutamos de una deliciosa comida. ¡Insuperable! De momento ;-)

Parece confirmado que mañana nos regresamos en coche. Aprovechamos las últimas horas del día para algunas reparaciones y limpieza de bicicletas. Cuando el sol ya no alcanza nuestro campamento, nuestro vecino de la castorera 50 metros más allá, comienza sus atareadas actividades de porteo de ramas y troncos para la continua mejora de su morada.

 

4 de Febrero de 2011: Del lago Deseado a Punta Arenas

Martín pescadorMientras desayunamos y recogemos el campamento, nos saluda un martín pescador. Se posa en una rama alta a 20 metros de nosotros a la espera de algún pececillo adormilado. Como ya hemos venido comprobando, la fauna aquí no tiene demasiado miedo de los humanos. El martín nos deja acercar hasta justo debajo del árbol.

Nos acercamos hasta el lodge para cargar las bicis y despedirnos de nuestros amigos Fermín, Jorge y Nicolás. El viaje es largo pero la conversación con Rodrigo, Andrea y Ricardo lo ameniza. Además durante el trayecto, la fauna de la zona no deja de sorprender. Guanacos por todas partes, zorros grises, cauquenes y todo tipo de aves desconocidas, incluso flamencos. Nunca hubiera esperado flamencos en Tierra del Fuego. Ricardo es un gran conocedor de la región y nos culturiza con información de las estancias que atravesamos, sus propietarios y sus historias. Paramos para visitar la Draga, una máquina extractora de oro del lecho del río. Parece un dinosaurio oxidado que falleció en medio de la pampa, rodeado de nada a 100 Km a la redonda. Al pasar por el desvío de Porvenir, ya es demasiado tarde para embarcarnos en el único ferry del día. La única solución para abandonar la isla y llegar a Punta Arenas hoy es seguir conduciendo hasta el ferry de la Primera Angostura. Son 150 Km más, pero esto no supone mucho problema cuando sobrevuelas la pista de ripio a más de 100 km/h…

ToninasDesde la proa de la barcaza con la que cruzamos el Estrecho de Magallanes, podemos ver las toninas (una especie local de delfines) juguetear con las olas. A diferencia de la mayoría de los delfines, las toninas son blancas y negras, pareciéndose más a pequeñas orcas que delfines.

Una vez llegados a Punta Arenas, nos instalamos en un hostal de muy buena onda, Imago Mundi. El edificio es una casa antigua reconvertida en centro cultural, punto de encuentro de artistas y mochileros. Toda la decoración consiste en objetos antiguos recuperados del propio edificio. Botellas de todos los colores y formas, cubiertos medio oxidados, herramientas de trabajo, muebles de madera, etc.

Quedamos para cenar con Ricardo y Andrea en el restaurante Sotito´s Bar; un restaurante con solera y tradición. La cena a base de pescados frescos locales acompañada por una botella de carménère, una cepa casi exclusiva de Chile, es excelente. Terminamos la velada en su casa disfrutando de unas deliciosas frutillas (fresas) de cosecha propia ̶ nada que ver con esas fresas grandotas, perfectas e insípidas que se compran en los mercados ̶ acompañadas con una excelente botella de carménère y cabernet sauvignon de su selecta cava. ¡Mil gracias a nuestros amigos! Una noche perfecta para terminar nuestra etapa de Tierra de Fuego.